Capítulo 2
Serie: Retorno al pasado
Un podcast del MEV, Museo de Arte Medieval
Unas aguas turbulentas han volcado una barca. Un grupo de personas, en el afán de cruzar rápidamente la distancia que les separa de la otra acera, han sobrecargado la barcaza y ahora ven la muerte de cerca. Pero una figura con rostro determinado y sereno, les rescata milagrosamente haciéndoles emerger del ahogo.
Él es Sant Domènec y los náufragos son peregrinos ingleses cruzando el río Garona en ruta para visitar las reliquias de Santiago en Santiago de Compostela.
Es uno de los pasajes que podemos ver en el Retablo de Santa Clara de Luis Borrassà, que representa la síntesis de las lecturas que podemos hacer de los viajes en época medieval. ¿Quién y cómo se viajaba? ¿Cuáles eran sus motivaciones? ¿Qué peligros y riesgos se corrían? Qué papel jugaba el viaje en el imaginario del Cristianismo.
El mundo medieval es un mundo en movimiento y la noción del viaje juega un papel fundamental. Desde un punto de vista simbólico, los relatos de grandes viajes son los que articulan el imaginario cristiano. El pueblo de Israel tiene orígenes nómadas; la vida de Jesús se explica a través de los distintos viajes que emprende; y los apóstoles y los santos recorren tierras lejanas para contar la palabra de Dios. Todos los cristianos conocían estos viajes y habían oído hablar de ellos en la liturgia.
Pero además de los aspectos simbólicos, también en los económicos, el viaje juega un rol central: se forman las sociedades urbanas y los campesinos viajan para vender sus productos en las ferias y mercados locales. El intercambio de mercancías consolida la apertura de nuevas rutas comerciales con el extremo oriente.
En la confluencia de lo simbólico y lo económico, las grandes vías de peregrinación, como el Camino de Santiago, Roma o Tierra Santa, vertebrarán Europa generando un motor económico potentísimo a muchos niveles.
Sin embargo, en general, emprender un viaje a la Edad Media, especialmente de peregrinación, era ponerse en una situación de extremo riesgo: desamparo, estafas, robos, accidentes de todo tipo… incluido el peligro de muerte, accidental o por asesinato. Volvemos, pues, a la mesa de Sant Domènec y al salvamento de los náufragos. La mesa ilustra una situación muy frecuente en los medios de transporte marítimos o fluviales: el peligro del naufragio. Por suerte, nuestros navegantes se aferran con esperanza a la vara de san Domingo, que es mesa de salvación y al mismo tiempo un bastón de peregrino.
Hoy viajar es fácil. El mundo es pequeño. Podemos ir a visitar Roma a un precio asequible y en pocas horas. Obtenemos mercancías de China con dos o tres clics y en cuestión de días. Convertidas en el álbum de fotos colectivo, nutrimos las redes sociales con la noción del viaje perfecto, fotogénico y aventurero.
Pero incluso en pleno s. XXI, los viajes no todos son siempre idílicos. Con demasiada frecuencia nos llegan noticias de aquellos que no han tenido la misma suerte que los peregrinos de Sant Domènec mientras cruzaban las aguas del Mediterráneo en embarcaciones y situaciones precarias. Hoy viajar todavía puede ser peligroso, un gran riesgo con un destino a veces incierto, en busca del conocimiento, de la prosperidad y de una vida diferente…
El viaje sigue siendo una expresión genuina de la naturaleza humana.
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